martes, 25 de abril de 2017

Cómo dominar la ira


La cólera es una emoción sana que nos protege ante las agresiones que sufrimos de  otras personas o situaciones difíciles. el objetivo de esta nota es que usted Aprenda a enojarse con sabiduría y pueda exteriorizar ese mal para que no lo dañe. Muestre su enojo a quien corresponda, sin violencia, y se sentirá más aliviado.
Es posible que, algunas veces, la cólera se apodere de usted y no quiera admitirlo. Gritar, gesticular, patalear no son lo suyo, por eso, prefiere contenerse. Sin embargo, después de algunos días de acumular rabia, se muestra irritable, deprimido… ¡Está harto! De los reclamos de su pareja, de que se abusen de usted en su trabajo, etc., etc. Pero para no generar conflictos, prefiere ahogar su enojo y mostrarse amable. ¿Por qué? Porque la cólera no tiene buena fama. Se la considera algo fuera de lugar, intolerable, irracional. Sin embargo, bien dirigida, puede ser una emoción liberadora. Por eso es  muy importante aprender a manejar los accesos de rabia y, así obtener resultados positivos. De eso trata esta nota.
QUÉ ES LA IRA
La ira, cólera o rabia es una reacción de descontento intenso, suscitada, generalmente, por una frustración que nos afecta y que juzgamos inaceptable, injusta o inconveniente. Cualquier cosa puede activarla, desde un problema imprevisto, hasta un comentario que parece insignificante.
Cuando se expresa de forma moderada y racional puede resultar muy positiva, ya que nos permite reflexionar acerca de los propios comportamientos y los de los demás.
En el fondo, la cólera se define menos por sus manifestaciones que por su función. Tanto si es explosiva o más subterránea, implica sobre todo una señal de alarma. La cólera nos dice que algo anda mal, que no se respetan nuestros derechos, que nuestras necesidades y deseos no se satisfacen.
Prestar atención a esa rabia interna nos ayuda a conectarnos con nuestras urgencias más íntimas y ése es un paso importante para lograr el equilibrio personal.
Pero el problema es que, desde pequeños, aprendemos a reprimir la cólera y, al hacerlo, generamos vibraciones “tóxicas”, tanto para los demás como para nosotros mismos.
¿ESTALLAR O NO ESTALLAR?
Acallar esta emoción puede derivar en una serie de problemas, desde dificultades para relacionarse con el entorno hasta trastornos de salud (dolores de espalda, úlcera, psoriasis). No es una exageración: desde problemas nerviosos hasta serios cuestionamientos con respecto a la propia capacidad suelen ser consecuencias frecuentes de la represión de la cólera. Cuando nos “tragamos” los sentimientos violentos, sin lugar a dudas producimos un efecto, porque esa energía contenida encontrará por sí misma alguna vía de escape.
Hacer una defensa de la cólera no significa promover las reacciones violentas ni las agresiones verbales. Hay que diferenciarla muy bien de la hostilidad. Esta última tiende a perjudicar al otro, considerándolo un adversario a vencer. La cólera, por el contrario, busca restablecer un equilibrio amenazado.

Para conseguirlo, nuestra mejor arma es la palabra, aunque debemos utilizarla de la manera apropiada para liberarnos de los verdaderos motivos que nos perturban.
TRES PASOS PARA DEMOSTRAR…ENOJO DE MANERA CONSTRUCTIVA
Cuando sienta que la rabia lo domina, no evite el conflicto, exprese su cólera. Eso le dará los medios para poner fin a los abusos de los que es víctima.
Para que su cólera sea constructiva, aprenda a administrarla en tres tiempos:
a. Primero, serénese
Bajo los efectos de la cólera, usted podría mostrarse injusto, desahogarse a través de un torrente de injurias o incluso tener la “mano ligera”. Pero, para que su disgusto sea tenido en cuenta por el interlocutor, lo mejor es expresarse con calma. Una buena medida es que, previamente, descargue sus emociones “a la distancia”, aullando, golpeando una almohada o llamando por teléfono a un amigo para recuperar la calma.
b. Aclare sus ideas
Este breve test lo ayudará a evaluar la situación.
¿Qué es lo que desencadenó el conflicto?
¿Su interlocutor lo ha perjudicado intencionalmente o por descuido?
¿Está usted seguro de no haberlo malinterpretado?
¿La situación merece una reacción firme?
¿Ha considerado otras alternativas?
¿Qué cambios espera obtener expresando su furia?
¿Es su interlocutor quien debe cambiar o es usted quien debe comprender mejor?
c. Exprese lo que siente
Una vez que pueda estar seguro de que logra controlar sus emociones, ponga los límites a quien lo hizo enojar. Sin desbordes, injurias ni acusaciones, pero sin renuncias.
No olvide que el objetivo primordial es recobrar la armonía. Encuentre el modo de acomodar la relación para que se respete la integridad de ambos y recuerde: un acceso de ira bien llevada puede hacerle bien.


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