Mandala es una palabra que significa
círculo o rueda, y en las grandes culturas de la antigüedad representaba lo
eterno porque no tiene ni principio ni final. Los mandalas son una serie de
formas geométricas concéntricas, organizadas en diversos niveles visuales. Las
formas básicas más utilizadas son círculos, triángulos y cuadrados que
concentran toda la energía positiva del Universo. Se dice que los mandalas son un centro de energía capaz
de transformar cualquier entorno.
El mandala es un reflejo de nuestro
interior. Por ello, debemos dejar que los colores y las formas expresen todo lo
que llevamos dentro. La creación de un mandala es esa parte del Universo que
ocupa nuestro ser. Al crear un mandala creamos nuestro propio espacio, dejando
fluir las energías de forma libre y natural.
Podríamos decir que todo en nuestra
vida posee las formas del círculo. El Sol, la Luna, los planetas, los árboles,
las flores, el átomo, la célula… Todo lo que nos rodea tiene forma circular.
Beneficios
de los mandalas
Los mandalas favorecen la
concentración, la meditación, la activación de la energía positiva de lugares,
ayudan a transmutar la energía negativa en positiva, aportan equilibrio emocional…
En fin, son muchos los usos que se les otorga a estas mágicas y misteriosas
representaciones.
Cómo crear
un mandala
La principal regla a la hora de
crear un mandala es relajar la mente y dejar fluir la imaginación, la
creatividad, la energía… Y comenzar a dibujar aquello que sintamos, dejándonos
llevar, actuando de forma libre e intuitiva, y sin juzgar ni analizar lo que
estamos creando. Buscar un significado racional puede truncar la esencia del
mandala.
Significado
de los colores
El color de los mandalas está
relacionado con el estado de ánimo de quien los pinta:
Negro: relacionado con la tristeza,
la muerte, la ignorancia y el misterio.
Blanco: relacionado con la pureza y la
perfección.
Verde: relacionado con la naturaleza,
el equilibrio, la esperanza, el crecimiento, la felicidad y la libertad.
Azul: relacionado con la paz, la
alegría y la serenidad.
Gris: relacionado con calma, la
espera y la sabiduría.
Rojo: relacionado con la energía, el
amor, la pasión y la sensualidad.
Naranja: relacionado con la energía, el
dinamismo, el valor y la ambición.
Amarillo: relacionado con la simpatía,
la luz y la receptibilidad.
Rosa: relacionado con la ternura, el
altruismo, la paciencia.
Morado: relacionado con el amor a los
demás, el idealismo y la sabiduría.
Violeta: relacionado con la
espiritualidad y la inspiración.
Plateado: relacionado con las
capacidades extrasensoriales, el bienestar.
Dorado: Relacionado con la vitalidad,
la sabiduría y la lucidez.
A la hora de elegir los colores,
debemos hacerlo de forma intuitiva, sin importar si combinan entre sí o no (los
colores reflejan nuestro estado de ánimo, y si no combinan al principio ya lo
harán al final, cuando la meditación haga su efecto).
Los mandalas nos ayudan a ordenar
nuestra mente y, por lo tanto, también nuestra vida. Expresemos todo lo que
sintamos a través de los mandalas y dejemos que la magia que envuelve a estas
representaciones nos cargue de energía y se cumplan todos nuestros sueños.
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